miércoles, 11 de noviembre de 2009

Hernia discal lumbar


El disco intervertebral es una almohadilla gelatinosa delimitada por un anillo fibroso. Es una estructura muy elástica y por esta razón absorbe muchas fuerzas y presiones que se crean con el movimiento normal de toda la columna. Pero no es una estructura perfecta y puede deformarse e incluso ceder por múltiples factores. Cuando esto ocurre puede aparecer un dolor radicular, que se notará frecuentemente como una sensación rara en las piernas o en los brazos; a menudo los pacientes dicen sentir descargas eléctricas o una mordedura, hormigueo, o simplemente un dolor sordo. Es importante aclarar que en este caso lo que duele no es el disco intervertebral; el dolor procede de lo que está siendo irritado por el disco, que suele ser una raíz nerviosa. Esta diferencia fundamental orienta para un tratamiento eficaz. Cuando, al contrario duele el disco, hablamos de dolor discogénico: tanto los síntomas como la terapia son distintos.

Para confirmar el diagnóstico de hernia discal, después de la historia clínica y la exploración, necesitamos de una prueba de imagen. ¿Cual? La radiografía simple solo explora las estructuras óseas, así que no es concluyente, solo nos ofrece signos indirectos; el TAC permite visualizar una hernia discal pero expone a una cantidad muy alta de radiaciones; sin duda la Resonancia Magnética ofrece las imágenes de mejor calidad y sin emisión de rayos x, así que es la mejor opción donde esté disponible.

Cuando una hernia comprime una raíz o la médula es fácil relacionar los síntomas y entender porqué el paciente tiene tanto dolor. Pero existen casos, he aquí la sorpresa para muchos, donde los discos están apenas dañados, es decir que no están herniados, y sin embargo el paciente tiene un dolor severo.

Esto se debe a la salida de gotitas de la gelatina que se encuentra en el núcleo discal y que provoca una fuerte irritación en la raíz de los nervios.

Tratamiento:

En caso de una hernia discal sintomática o de una irritación radicular el tratamiento consiste en la infiltración de cortisona por vía epidural. Es una técnica minimamente invasiva que en manos expertas se realiza en pocos minutos.
Con anestesia local y, si el paciente es especialmente ansioso, bajo una ligera sedación.
En mi práctica clínica prefiero el uso de medios de imagen que permiten más rapidez y la seguridad de alcanzar el punto deseado, es decir mas cerca de la lesión. La cortisona inyectada es absorbida en cantidades muy modestas y esto permite su empleo en caso de diabetes e hipertensión arterial, por ejemplo.
Esta técnica permite mejorías espectaculares cuando la indicación es correcta y permite retrasar considerablemente la cirugía, a veces no es necesario operar. Sobre todo en personas que temen la intervención o que, por su estado de salud, no pueden afrontar una cirugía.

Otra técnica intervencionista muy interesante es la Radiofrecuencia Pulsada. Con este sistema transmitimos un ligero calor acompañado de un campo eléctrico a un ganglio dorsal: una centralita nerviosa que se encuentra a lo largo del nervio irritado. Este procedimiento es minimamente invasivo y, como la epidural, se realiza de forma ambulatoria

Cuando existe un déficit motor o se pierde el control de los esfínteres es preciso acudir rápidamente al cirujano.

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