lunes, 23 de enero de 2017

Ozono en el tratamiento del dolor: 3 aplicaciones seguras y eficaces

Marcello G. Meli

Si tuviera que comentar alguna anécdota de la consulta del clínica del dolor, seguramente me vendrían a la mente los pacientes que han venido directamente con las ideas claras: "doctor, ¡póngame ozono!"

A este gas le atribuimos poderes milagrosos. Se ha convertido en un fármaco de último recurso, para casos realmente desesperados. En la sala de espera se multiplican los casos clínicos y las leyendas sobre personas curadas inesperadamente por el ozono.

Pero ¿qué hay de cierto en todo esto? ¿Qué es exactamente el ozono? ¿Por qué tiene propiedades terapéuticas? Y sobre todo ¿es eficaz contra el dolor crónico?

Cuando hay una tormenta eléctrica se forma ozono en la atmósfera, de forma totalmente natural. De la misma forma lo producimos en ambiente industrial o en nuestras clínicas, haciendo pasar electricidad a través de tubos que contienen oxígeno.

Su aplicación médica se basa en aprovechar su gran capacidad oxidante frente a biomoléculas, generando un estrés controlado que activa respuestas endógenas antioxidantes.

Según un acreditado estudio de Bocci, el ozono puede oxidar lípidos, proteínas, carbohidratos y ADN, obteniendo sobre el organismo varios efectos:
  • mejor distribución del oxígeno 
  • activación del sistema inmunitario 
  • liberación de factores de crecimiento 
  • liberación de células madre 
  • liberación de glóbulos rojos 
  • y regulación de enzimas antioxidantes

Que el ozono es biológicamente activo e incluso potencialmente tóxico lo demuestra su acción nociva sobre las células pulmonares (su inhalación es peligrosa) y su potente actividad germicida (se emplea para desinfectar y potabilizar el agua).

¿Puede utilizarse con seguridad y eficacia también en el tratamiento del dolor?

Si se lo preguntamos a la base de datos Pubmed obtenemos 138 resultados; se trata, por lo general, de casos clínicos, series de pacientes, no hay revisiones, ni meta-análisis. Es decir que, según la medicina basada en la evidencia, no hay resultados sólidos que avalen su empleo.

Todo ello contrasta con la experiencia diaria muy positiva en nuestras clínicas y con los resultados de estudios menos rigurosos que describen series de cientos de pacientes que han encontrado algún beneficio. Por esa razón las personas que se han encontrado mejor o bien después de un tratamiento con ozono lo repetirían y lo recomiendan.

En nuestro centro Aliviam hemos seleccionado las aplicaciones más eficaces contra el dolor, buscando eliminar el sesgo del efecto placebo, basándonos en los estudios de mayor calidad. Así, se encuentran en nuestra cartera de servicio tres aplicaciones básicas:
  1. ozono epidural, 
  2. discólisis por ozono,
  3. y ozono intraarticular.
Ozono epidural: en caso de hernia discal con compresión y sufrimiento de la raíz nerviosa (neuritis, radiculiditis, radiculopatía) se inyecta el ozono alrededor del mismo nervio espinal (por vía foraminal) obteniendo una difusión epidural. También se accede el espacio epidural a través del hiato sacro (la técnica es conocida como "caudal") cuando se quiere acceder a un amplio número de raíces como en el caso de los trastornos dolorosos que siguen una operación de columna. En ambos casos el ozono actúa como un oxidante estimulando la respuesta natural del organismo, con la consecuente desaparición del edema, mejora de la circulación sanguínea, y estimulación de los fibroblastos para una acción regenerativa.

Discólisis por ozono: cuando es el mismo disco el que duele o está comprimiendo tejido nervioso, la inyección intradiscal de ozono produce especies reactivas del oxígeno cuales peróxido de hidrógeno y el radical hidroxilo, que a la vez reaccionan con los componentes del núcleo discal (hidratos de carbono, proteoglicanos y colágeno), causando su rotura. La reabsorción de estos productos produce la reducción del volumen discal y por tanto también del material herniario, con su consecuente efecto analgésico.


Ozono intraarticular: el mecanismo de acción se basa en la interacción entre la mezcla de oxígeno-ozono con las proteínas libres en el líquido sinovial, causando una serie de efectos biológicos bien conocidos: inactivación de enzimas proteolíticas y estimulación de la proliferación de condrocitos. El ozono no tiene los efectos secundarios de los corticoides, no causa osteoporosis, no debilita los tendones, no altera el metabolismo glucídico.

Sin duda nos faltan aún muchos estudios de calidad para obtener un alto nivel de evidencia, pero cada día son más las pruebas clínicas que nos animan a seguir empleando el ozono en traumatología y tratamiento del dolor.